Laicos Consagrados del Regnum Christi

Bernardo Pérez: Los frutos de una Vida Consagrada, un amor que nunca se acaba 

El 2 de febrero, en la fiesta de la Presentación del Señor, celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.  

“Vendrán muchos jóvenes que estén dispuestos a entregar su vida por completo a la causa del Reino, en el sacerdocio, en la vida laical consagrada y en el matrimonio” (noticias por Laicos Consagrados RC).   

La consagración se presenta como una necesidad en el meollo de este asunto llamado vida que “está en el corazón mismo de la Iglesia” (Vita Consecrata, no. 3). La consagración es requisito que desvela el misterio de salvación y de fe que es Cristo, motivación central en el camino que decide recorrer una persona llamada a vivir una entrega total, que es también libre, fiel y fecunda; porque somos imagen y semejanza del Amor; como consagrados. Esto significa que a amar en verdad y completamente nos ha llamado. “Precisamente este servicio evidencia con claridad cómo la vida consagrada manifiesta el carácter unitario del mandamiento del amor” (ibid., 5).   

Podemos preguntarnos, cuándo comienza la vida consagrada. Particularmente, es sembrada a partir del bautismo; se puede decir que en este instante es latente, y se hace patente al momento de profesar los votos solemnes de consagración mediante la Iglesia Católica a Dios. Históricamente, desde los primeros siglos de la Iglesia, han habido hombres y mujeres que se han sentido llamados a imitar la condición de siervo del Verbo encarnado y han seguido sus huellas viviendo de modo específico y radical (ibid., 6). 

Surgieron los padres del desierto, vírgenes, eremitas, órdenes monásticas, órdenes mendicantes, clérigos, institutos religiosos y seculares, sociedades de vida apostólica que, hasta hoy en día, y con nuevas formas de consagración en la Iglesia, las personas en el mundo conocen la plenitud de sus vocaciones.   

Recomiendo mucho leer la exhortación apostólica Vita Consecrata de San Juan Pablo II.  

Los agradecimientos de las personas que han dado su incondicional a esta entrega de amor son incontables. Bernardo Pérez, laico consagrado del Regnum Christi, nos comparte con ocasión de la celebración: 

Dios ha aprovechado mi imperfecta entrega para hacer algo por los demás” (Bernardo Pérez ) 

“Agradezco a Dios el regalo y el privilegio de haberme invitado a seguirlo de cerca, a buscar imitarlo y a servir a los demás según su estilo. Agradezco a toda mi familia por el apoyo incondicional que me han ofrecido, apoyo real en el seguimiento de Jesucristo. Gracias a Dios he sido muy feliz en mi entrega, buscando siempre ser lo mejor y dar lo mejor de mí mismo, buscando apoyar y servir a la gente en las distintas tareas que me han tocado. He sido muy pleno en este esfuerzo de entregarme a Dios y a los demás; no sin dificultades, no sin luchas, con mis fragilidades e imperfecciones, pero en un camino donde he constatado, como muchos otros, que cuando uno con amor se entrega y trabaja por Dios y los demás, él es también generoso y colma esos esfuerzos de entrega haciéndolos fecundos.”  

“No podemos callar lo que hemos visto y oído” 

Los Laicos Consagrados del Regnum Christi son parte de estas nuevas formas de vida consagrada. Habiendo sido reconocidos hace cinco años como SVA (Sociedad de Vida Apostólica), los laicos consagrados,  son varones que, respondiendo libremente a una vocación divina, se consagran a Dios en el estado laical abrazando los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia mediante votos privados, se dedican enteramente al servicio de la Iglesia y de los hombres según el carisma del Regnum Christi y viven ordinariamente en comunidad (CLCRC, no. 2).  

Dentro de las dimensiones características y propias de la Vida Consagrada, los laicos consagrados no pueden callar lo que han visto y oído (cf. Hch 4, 20). Viven sus profesiones particulares poniéndolas al servicio del mundo, la Iglesia y el Regnum Christi. Su carisma también se caracteriza por tener una formación integral constante, destacándose en el área académica y en el mundo laboral. Son laicos porque viven en el mundo como tal, con la índole secular, pero consagrados por su deseo y realización de haber abrazado los consejos evangélicos, adelantándose a la vivencia del cielo: una felicidad que va en aumento y un amor perfecto que nunca se acaba. 

 

Scroll al inicio